Compañero de tertulias de autores de la talla de Manuel Reina o Pedro Antonio de Alarcón, quien le dedicó su célebre Sombrero de tres picos. Participó activamente de las veladas de los ateneos almeriense y granadino, donde se reunía un grupúsculo de escritores que atraía la atención del público lego con recitales poéticos, conciertos de cámara y concursos intelectuales. Fue colaborador en algunas de las publicaciones locales más importantes de la mitad del siglo XIX como El Caridemo o La Crónica, especialmente con composiciones poéticas de tono satírico-burlesco y con indudables aciertos de ingenio, como el poema “Los amores en venta”.